Actualmente, solo el 3% del gasto en salud pública mundial se destina a la salud mental, a pesar de que hay estudios que indican que, por cada euro aportado, el sistema de salud ahorra 18. “La prevención es costo-efectiva porque, además del sufrimiento, se evita el gasto en ingresos hospitalarios, tratamientos farmacológicos y el deterioro en el funcionamiento psicosocial, consiguiendo frenar la cronicidad y que, en especial la gente joven, pueda llevar una vida activa laboral, social y familiar”.
Cuidar de la salud mental de la población no se basa solamente en una perspectiva médica. “Necesitamos sentir que no estamos solos, sino que pertenecemos a una comunidad que nos cuida y a la que también podemos aportar algo. Trabajar con el entorno es esencial en los procesos de rehabilitación de las personas con problemas de salud mental porque, cuanto más tupida sea esta red de apoyo, más posibilidades hay de que las personas se recuperen”.
Sin embargo, el estigma sigue siendo la principal barrera que impide el acceso a la salud mental en nuestro país: “Mucha gente no pide ayuda y ni siquiera conoce la red sociosanitaria. La ansiedad, la angustia o la depresión continúan asociándose a la vulnerabilidad y la debilidad, y no nos atrevemos a hablar de ello. La sensibilización social es clave para cuidar nuestra salud mental, adquirir herramientas de cuidado y, por supuesto, mejorar el acceso a los dispositivos de ayuda en salud mental cuando sea necesario”.
#DíaMundialSaludMental
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